El Gurgel
BR-800 era un pequeño coche brasileño producido entre 1988 y principios de
1992.
El proyecto
se inició bajo el acrónimo “CENA” (carro económico nacional, en portugués).
Fue
diseñado para ser un medio de movilidad urbano de bajo costo. Recibió una gran
atención y buenas críticas de los medios especializados, debido a su comodidad,
facilidad de conducción, soluciones mecánicas originales y estabilidad.
La política
de la empresa era que el coche pudiera ser comprado sólo por quien adquiriera
también 750 acciones de la empresa Gurgel, estrategia de dudosa eficacia, que
lo convirtió en un automóvil más caro que el Chevrolet Chevette…
El proyecto
fue favorecido por el entonces presidente José Sarney, quien benefició a Gurgel
con facilidades y excenciones impositivas a fin de alentar la iniciativa. Aún
así, sólo 4.000 coches fueron fabricados en cuatro años de producción.
El motor,
llamado Gurgel Enertron, fue desarrollado por la misma Gurgel. Era un naftero
bicilíndrico bóxer de 792cc refrigerado por agua, con el cual el pequeño
cochecito desarrollaba 32 CV.
LA caja era
manual de cuatro marchas, la tracción era trasera y desarrolaba una máxima de 109 km/h , recorriendo 15 kilómetros con un
litro.
La
carrocería era plástica, tenía capacidad para cuatro pasajeros, y a pesar de
sus 3,2 metros
de largo unánimemente se ponderaba su comodidad interior. Todos sus vidrios
eran planos a fin de bajar costos de producción.
En 1991
algún retoque externo y mejoras en el equipamiento, dieron origen a la versión
SL, igual que la que reproduce la miniatura de DeAgostini. El Presidente Fernando
Collor decidió también por entonces bajar drásticamente los impuestos a los
coches de menos de 1 litro
de cilindrada, y así fue que las grandes terminales automotrices agregaron los
motores chicos a sus ofertas, por lo cual éstos fueron accesibles y atentaron
contra las ventas del Gurgel, que de repente se encontró con una impensada
multitud de competidores. Así, sus ventas se redujeron a sólo un goteo.
CRUISER
Raro, muy raro.
ResponderEliminarPor eso mismo me encanta.
Abrazos!
Creo que en cuanto a haber hecho autos feos, nuestros vecinos deben estar peleando seriamente el primer puesto en el podio.. jajajaj!
ResponderEliminarSaludos!
Curioso Gurgel, no es de dudar el hecho de su baja fabricación teniendo en cuenta la obligación de adquirir acciones, aun así es una forma de salvar la industria nacional de un país.
ResponderEliminarMe encanta y la pondré en la lista de pendientes
Saludos
;)
Hola SEAT! Son los últimos ejemplares de otros tiempos, en los que aún había aventureros dispuestos a incursionar en el mundo de la industria automotriz. Hoy sería muy complicado, dado que la globalización y las alianzas entre los grandes fabricantes haría casi imposible intentar participar en igualdad de condiciones y poder competir contra corporaciones que llevan muchísimos años de desarrollo de tecnologías, optimización de procesos y de costos. De ahí el interés histórico de estos coches y por ende de las miniaturas que los representan.
EliminarSaludos!!
Bueno Cruiser, no perdamos aún la esperanza pues ahí tienes el ejemplo de TESLA y sus supervehículos eléctricos que están revolucionando el panorama del motor. Su presidente, Elon Musk, me recuerda a hombres como Tucker pero esta vez parece que correrá mejor suerte.
ResponderEliminarEn cuanto al cochecito, me parece mejor miniatura que la media de la colección brasileña y nuevamente se trata de un molde inédito. Por otro lado, deberemos olvidar para siempre el nombre Altaya ya que esta editorial pasó a mejor vida y desde hace un tiempo es Planeta DeAgostini (dirigida por un paisano mío de Sevilla).
Saludos!
es feo pero tiene algo de simpatía.
ResponderEliminarno hubiera querido uno ni de regalo, pero el modelo a escala es hermoso.
estos son los que más se destacan en la vitrina.
Que bicho raro, los diseños de los Brasileros los respeto mucho porque hay autos que solamente se hicieron en ese país (como este) pero la gran mayoría de ellos no me gustan ni ahí.
ResponderEliminarLa miniatura esta muy buena, no tiene la culpa de nada de lo que opino.
Me encantan los Gurgel, desde que los descubrí en la gira de estudios de mi curso del colegio a Brasil. Me encantaba pillarlos, y nunca soñé siquiera con que algún día los fuésemos a ver en miniatura.
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