En el
automovilismo deportivo argentino existe una categoría que figura en el libro
Guiness de récords por ser la más antigua del mundo aún en actividad. Sus
orígenes se remontan al período de Entreguerras y se componía por autos de
calle “con techo”, los que eran artesanalmente mejorados a fin de someterlos a
durísimas pruebas en caminos difíciles o inexistentes aún. Los autos
de turismo estándar se lanzaban a devorar kilómetros a las carreteras
precarias, y de ahí el nombre que la categoría utilizó, en sus primeros años “Coches
de Gran Premio”, luego “Turismo de Carretera” y posteriormente “Turismo
Carretera” o simplemente “TC”. El Turismo Carretera abrió caminos y rutas en un
país extenso y por entonces con casi toda su red vial constituída por caminos
de tierra. Los tramos pavimentados eran muy pocos, por lo general en los
alrededores de las grandes ciudades, pero en casi ningún caso se comunicaban
éstas entre sí por medio de rutas asfaltadas.
Aquellos
pioneros de la velocidad usaban lo que tenían a mano para despuntar su afición.
Los coches estándar permitían a muchos mecánicos –por lo general de pueblos y
ciudades del interior del país- meter mano a chasis, carrocerías y motores a
fin de lograr los mejores tiempos en competencia. Las metas eran muy ambiciosas:
unir ciudades importantes del país, para luego proyectarse a capitales de
Sudamérica. El sueño mayor era una carrera entre Buenos Aires y Nueva York.
La
categoría en sus principios, era muy similar a lo que hoy es el Rally, claro
que por aquellos años éste aún no se había inventado. Los coches eran
despojados de elementos superfluos como guardabarros o tapas de baúl, a los
efectos de alivianar peso. Como los trayectos eran tan largos, tanques
adicionales de nafta y agua tenían que tener su lugar en algún lado de la
máquina, así como también varias ruedas de repuesto. El piloto iba acompañado
de un mecánico, por lo general uno de ellos, o ambos en la mayoría de los
casos, eran mecánicos y quizás los propios constructores del coche, por lo cual
los bólidos no tenían ningún secreto y la tripulación estaba capacitada para
realizar reparaciones en aquellos caminos carentes de estaciones de servicio o
talleres.
Un joven de
Balcarce, Juan Manuel Fangio, decidió incursionar en la mecánica, ya que no
quería seguir los consejos de su padre para que se dedicara al oficio de la
albañilería. Desde los 13 años trabajaba como ayudante en un taller mecánico.
Participó mas tarde en competencias de diversas categorías, habiendo empezado
como acompañante de pilotos locales. En 1938 corre su primera carrera en TC con
un Ford.
En 1940
quiere participar en el campeonato, para lo cual organiza una rifa con el
objetivo de recaudar fondos para comprar un coche. Adquiere un Chevrolet coupé
de color verde, el cual a su vez era el primer premio de la rifa. Lo recaudado
le sirve finalmente para ponerse al día con acreedores varios y para comprar
definitivamente el coche. Con él corrió y salió campeón en ese año. La carrera
más memorable de 1940 fue el “Gran Premio del Norte”, competencia que unió
Buenos Aires con Lima (Perú). Los coches desarrollaban en aquellos hostiles
caminos, promedios que superaban los 120 km/h. El Chevrolet verde número 26 de
Fangio llegaba primero, siendo ésta la primera victoria trascendente de una
carrera personal que lo llevaría a ser cinco veces campeón mundial de Fórmula 1.
Aquel cupé
Chevrolet modelo 1940 tenía motor de seis cilindros en línea, de 3.432cc, y 110
caballos de potencia. Su distancia entre ejes era de 2.840mm. La estructura
estaba formada por largueros de acero en forma de “U” y travesaños. Su peso en
carrera era de 1600 kilos, incluyendo un tanque de combustible llevado a los 230 litros de capacidad
mas otro de reserva de 60. Era capaz de desarrollar una velocidad máxima de 160 km/h.
La nueva
colección de DeAgostini “Los mejores autos de Turismo Carretera” hace su
aparición en Argentina en medio de la fiebre coleccionista local, en la cual
coexisten actualmente casi una decena de propuestas editoriales. Causó una
verdadera revolución por lo esperada de esta serie, y por el arraigo que tiene
el TC entre los aficionados locales. No deja de ser una jugada arriesgada por
parte de la editoria, ya que estos coches son netamente “de consumo interno”, y
a diferencia de, por ejemplo, los “Autos Inolvidables Argentinos” de Salvat,
estos TC seguramente no despertarán mayor interés fuera de nuestro país.
Para seguir
con las sorpresas agradables, los coches presentan impecables niveles de
terminación, incluyendo detallado interior en colores, lo cual es raro en
coches de competición en escala, y aún no está disponible ni siquiera en las
colecciones de autos de calle, donde la presencia de colores en los tapizados
sería más deseable. Este Chevrolet de Fangio no es el primer número de la
colección, pero lo elegí para presentarlo aquí como el que inaugura esta serie
de posts, por su importancia histórica y cronológica. Inauguro
también con esta entrada, la división “Racing” de mi colección, que hasta el
momento no tenía ningún ejemplar “de carreras”. La temática del TC me resulta
muy interesante porque se trataba de coches de calle con leves adaptaciones,
por lo cual la historia de la categoría iba de la mano con la historia de la
automoción en nuestro país. Es además un compendio del ingenio y la destreza de
mecánicos y preparadores locales, que lograron producir bólidos a partir de
coches familiares, con los recursos disponibles en el principio, y con los más
avanzados en la actualidad. Hubo épocas en las que el desarrollo de nuevos
modelos era febril y la imaginación no tenía techo, habiéndose producido los
autos de carreras más pintorescos e innovadores del mundo. Esperemos que tales
ejemplares sean parte de esta colección (anunciada en principio en 60 unidades)
o eventualmente de una ampliación de la misma.
En estas
entradas correspondientes al TC no voy a centrarme en datos duros y
estadísticos de las competencias, que no son mi fuerte y además se olvidan
fácilmente, sino en características de los coches, el entorno en el que se
desenvolvían, y curiosidades de los mismos, los que pueden ser más interesantes
para quienes como yo, admiramos mas las líneas de estos autos que sus
desempeños en las pistas.
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