Como ya hemos visto
reiteradamente en el blog, la historia grande de la automoción de Posguerra fue
escrita paradójicamente por los pequeños coches “populares”, que eran
producidos por pequeños fabricantes, y también por las grandes marcas que
vieron en ese nicho naciente, la posibilidad de sobrevivir financieramente a la
gran crisis económica producto de la conflagración mundial.
El arma de Citroën
para adentrarse en ese mundo fue el mítico modelo 2CV, que a la postre terminó
siendo el verdugo de todos los microcoches de producción limitada y cuasi
artesanal. Pero no sólo el éxito del 2CV se dio en las arruinadas economías del
Viejo Mundo, sino también en la eterna y crónicamente arruinada economía
argentina.
Originalmente Citroën
presentó el 2CV en el país mediante unidades importadas desde Francia y Bélgica.
Pero muy pronto se comenzó a fabricar el modelo en Jeppener, provincia de
Buenos Aires, mientras se acondicionaba la planta de Barracas, con mayor
capacidad. En 1959 se fabricaron 200 unidades entre berlinas y furgonetas. En 1969
la cifra se elevó a 972 y en 1970 ya se llegó a los 4.000 vehículos salidos de
fábrica.
El motor del
primigenio 2CV argentino era de 425cm3 y 12,5 HP. Este modelo tenía el pilar
trasero ancho, al igual que el de su hermano francés. En 1963 ganó una tercera
ventanilla lateral ubicada en ese pilar.
Las cuatro puertas
del coche eran livianas y con ángulo de apertura de 180 grados.
Ocupaban prácticamente todo el largo del habitáculo. Los asientos eran de calce
anatómico perfecto, ya que estaban conformados por bandas elásticas recubiertas
de tapizado. Todos los asientos se podían retirar en una sencilla maniobra,
convirtiendo el coche en un utilitario de carga, en un biplaza o en un
monoplaza. La capacidad interior era notable.
La palanca de cambios
se ubicaba en el tablero, en una configuración original y única. La información
del tablero era escasa y minúscula. Tenía una compuerta de entrada de aire
debajo del parabrisas, protegida por tela metálica. Los faros sufrían en su
horizontalidad dependiendo de si el coche llevaba o no carga y pasajeros. Por
lo tanto un comando regulaba su altura desde el habitáculo.
Luego de presentar
unos cambios estéticos y mecánicos en 1963, el modelo 2CV se siguió produciendo
an Argentina hasta la llegada de su reemplazante, con mejoras tales que
llevaron al coche a cambiar de nombre. El “3CV” se empezó a fabricar en el país
en 1969.
La miniatura
pertenece a la serie “Autos Inolvidables Argentinos” de la editorial Salvat.
CRUISER
La miniatura está muy linda.
ResponderEliminarLo que le hace falta es un sombreado en la parrilla frontal, más después de mirar la foto del real.
Saludos
Mario
Es verdad, a los retoques los hice después de sacar las fotos. Ya voy a subir alguna con ese detalle realizado. Gracias por la observación Mario!
EliminarUna belleza el citro primigenio, te cuento otro detalle:
ResponderEliminarNo tenía motor de limpiaparabrisas, sino una conexión con la tripa del velocímetro.
Cuando el auto iba rápido, la tripa giraba rápido, y además de pasar información al velocímetro, pasaba movimiento rápido a las escobillas.
Cuando el auto iba despacio, las escobillas se movían despacio.
Y cuando paraba pero necesitaban limpiar parabrisas, por ejemplo parado en un semáforo rojo? Para eso había un comando manual para mover las escobillas a mano!
Un prodigio!
Así es amigo, era todo un adelantado, resolvió mecánicamente lo que a otros autos le llevó décadas conseguir mediante la electrónica.
EliminarSaludos!
Qué bueno el 2CV en blanco. Creo que he visto muy pocos así.
ResponderEliminarLa sencillez de las soluciones aportadas por el modelo es tan genial como revolucionaria.
Permite que me salga del tema. Yo al 2CV le comparo con el cine de John Ford: sencillez, dinamismo, versatilidad y, por supuesto, calidad. Por eso es tan grande y pasa a la historia.
Bravo por la miniatura.
Saludos.
Coincido en todo! Incluso en que es raro verlo de este color, eran casi todos color ratón.
EliminarSaludos!
A mi modo de ver, el 2cv es un ejemplo de diseño, aprovechar al máximo lo que se dispone, así como comenta el gaucho sobre los limpiaparabrisas todo era así en el paraguas con ruedas, para mi, junto a la diosa (DS) y al 11 ligero, el trío mas genial de la marca, casualmente desarrollados por el mismo genio (André Lefevre). Saludos. Luis
ResponderEliminarAsí es, era un prodigio de la inventiva y del genio ingenieril. Y justamente a propósito de tu observación, para "reperfilar" mi colección me estoy desprendiendo de la multiplicidad de Citroën que tenía y sólo me quedo con los 2CV y sus derivados, los Traction y los DS.
EliminarSaludos!
Se han visto 2CV de todos los colores, y casi diría que de todas las formas. Pero nunca lo ví de serie con esos apartavacas o paragolpes delanteros. Extrañamente bello. Tampoco recuerdo ver un vehículo con la antena de radio tan cerca del conductor. No era mala solución, si uno no recordaba extenderla antes de ponerse en marcha. En Argentina puede que fuera habitual, pero desde luego no en España.
ResponderEliminarLa miniatura es muy buena. Incluso ya me gusta así, tal y como está con esa calandra del mismo color que la carrocería, le da un toque diferencial.
A pesar de ser un modelo universal y variopinto a la vez, no deja de ser curioso las diferencias de producción que pueden haber de un país a otro.
Saludos.
Justamente por esos detalles es que son interesantes las versiones locales. Si bien el 2CV es un modelo haro reproducido en 1/43, no había ninguno de éstos primigenios ensamblados localmente. El detallees muy chiquito, pero tiene la marca en la parte izquierda del capó, un detalle muy de acá, que en la miniatura respetaron.
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