La categoría más
popular del automovilismo argentino, y la de más historia en el mundo, tiene un
origen que no es unánimemente reconocido. Se puede coincidir en que sus
antecedentes se remontan al año 1937, pero ya hacía por lo menos un año en que
los “autos con techo” se juntaban para desplegar sus potencialidades deportivas
bajo el manejo de intrépidos pilotos.
El 20 de junio de
1937 el Automóvil Club Argentino organizó formalmente el primer “gran Premio”
de autos de turismo con techo fabricados para el uso familiar. Se limitaba sólo
a ese tipo de vehículos y se restringía la participación de autos descubiertos,
de carrera o Gran Turismo. La duración de la prueba no podía ser de menos de 1000 kilómetros ,
por senderos que luego fueron caminos y mas tarde rutas.
Un protagonista
temprano de esta historia fue el arrecifeño Angel Lo Valvo. Nacido en 1909 y
dueño de una empresa de acopio de cereales, en una oportunidad preguntó a su asesor contable, el escribano Osvaldo
Bracco, en qué podía invertir un excedente de su negocio. Bracco le ofreció
comprar un Ford V8 coupé modelo 1937, en la cifra de 3.500 pesos.
En su primera
victoria, Angel se alzó con un premio de 6.000 pesos al finalizar tercero en el
Gran Premio de 1936. Aun habiendo salido ganando tras la inversión inicial,
recurrió a un préstamo bancario para mejorar el coche y afrontar una serie de
deudas contraídas a raíz de su afición po los juegos de azar.
Debido a la
persecución de sus acreedores, se inscribía en aquellas primeras competencias
con el seudónimo de “Hipómenes” (dios griego de la velocidad). Con su fiel Ford
V8, que alcanzaba una velocidad máxima de 140 km/h y que utilizó
durante toda su trayectoria en la categoría,, Hipómenes se inscribió en el Gran
Premio de 1937. La carrera se realizó por caminos peligrosos e incluso inexistentes,
y en ella, llamada “1000
millas argentinas” se alzó con el triunfo.
En 1938 sólo
participó del Gran Premio Sur Argentino, donde terminaría abandonando por
problemas mecánicos. Pero en 1939, ya con la categoría utilizando la
denominación de “Turismo de Carretera” se alzó con varias victorias que le
permitieron levantar la copa de campeón de ese año, ya sin el seudónimo de
Hipómenes y utilizando su verdadero nombre de pila, porque en la temporada
anterior se había alzado con premios que sumaban la cifra de 40 mil pesos, el
equivalente a diez autos cero kilómetro. Lo Valvo inscribió su nombre en la historia del automovilismo argentino convirtiéndose en el primer campeón de la categoría.
La colección TC de la
editorial De Agostini incluyó el memorable Ford 37 de Angel Lo Valvo, muy bien
matrizado y detallado, con la decoración propia del modelo que salió campeón en
1939. Angel Lo Valvo falleció en su Arrecifes natal el 1 de agosto de 1978.
CRUISER
Me sorprendió el cinturón cierra capot, está hecho en la chapa y pintado o es una pieza aparte?
ResponderEliminarEstá hecho en el mismo molde.
Eliminarestán aprendiendo
Eliminaraunque hubiera preferido un inserto
empiezan por el cinturón, siguen con las escobillas y al final hasta los escapes y retrovisores son de la misma matriz principal
Preciosa la historia, precioso el coche, increíble la génesis del TC y la pasión de la gente que lo hizo posible.
ResponderEliminarY encima el tipo cambió el apellido siciliano por el seudónimo de Hipómenes. ¡Qué grande!
Permite que cuente este pasaje mitológico. Hipómenes estaba prendado de la bella Atalanta, la gran cazadora a la que nadie había ganado una carrera. El premio de la victoria era su amor, pero la derrota suponía la muerte, como otros aspirantes habían comprobado. Hipómenes recurrió a Venus Afrodita, que le sugirió que utilizara unas manzanas de oro, dejándolas caer durante la carrera para que Atalanta, sorprendida por la aparición y la belleza de las frutas doradas, se detuviera a recogerlas, dándole así la oportunidad de vencer en el desafío. Así lo hizo Hipómenes, que, provisto de las áureas pomas, superó la prueba y conquistó a su amada.
Más tarde, juntos, abrazados, ajenos a todo, entregados en cuerpo y alma a los delirios del amor, entraron sin ningún respeto ni reverencia en el templo de la Diosa Cibeles, tan poderosa y orgullosa, quizá también celosa de Atalanta. No podía consentir tal ofensa, así que convirtió a los dos jóvenes en leones y los unció a su carro.
Sí. Hipómenes y Atalanta son los leones de “La Cibeles”, la famosa fuente de Madrid que sale en todas las guías de viaje y que tantas postales ha distribuido por el mundo.
http://www.spaniaservices.com/portfolio-view/fuente-de-cibeles/
Además, a menos de un quilómetro de la fuente, se encuentra el Museo del Prado, que alberga en una de sus salas el elegante cuadro “Hipómenes y Atalanta” del pintor italiano Guido Reni.
Cuando mis hijos eran pequeños y les llevaba de visita al Museo, esta pintura era siempre la última parada, y contábamos juntos la historia una y otra vez.
https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/hipomenes-y-atalanta/b136eb8b-c3f1-4787-935b-0003ed114220
Perdona que me haya extendido tanto. Soy un madrileño nacido en Buenos Aires. Y este viaje de Argentina a España pasando por la Antigua Grecia, a lomos de un Ford impulsado por leones en vez de caballos de fuerza, ha sido muy largo y deleitoso, una gozada.
Saludos y muchas gracias.
muy interesante la hisotria de Hipómenes y Atalanta, gracias por compartir!
EliminarEs toda una pintura de la época, amigo. Un corredor de autos era un tipo con cultura, que sabía quién era Hipómenes. Hoy los ídolos populares en general sobresalen por hablar groserías o cantar letras que dan vergüenza ajena, por tener romances con vedettes (se usa esa palabra aún) o por el último escándalo mediático. 23 mil palabras distintas usó Cervantes para escribir el Quijote, y los jóvenes argentinos hoy usan 240. La centésima parte. Y creo que vamos camino a un nuevo lenguaje de jeroglíficos como en Egipto, usando sólo emoticones.
ResponderEliminarGracias por tu aporte sobre la mitología, que vino a ampliar la nota del blog y a enriquecerla.
Saludos!
comparto la apreciación sobre las diferencias culturales entre un punto y otro, aunque también me llama a reflexión que ya se usaban vivezas para escabullirse de ciertas deudas, costumbres que se mantienen inalterables con el tiempo. Saludos. Luis
EliminarHermoso coche, otro de los tantos que espero poder retirar del kiosco el día que se termine todo esto que estamos viviendo (si es que termina algún día...).
ResponderEliminarAbrazo!
"That is the question", Juan!!
EliminarSaludos!
Pero este auto salió hace más de un año Juan, no salió allá en Paraná?
EliminarHola Julián; te cuento que este auto no llegó nunca a Paraná, pensé que acá llegan (y si es que llegan) algunos del tercer relanzamiento nacional...
EliminarHoy lo recibí, pero comprado en ML.
Abrazo!
No sabía que Lo Valvo había sido tan exitoso, pues no es de los pilotos más nombrados de la categoría.
ResponderEliminarEl auto está muy bueno, a mí me vino sin el farolito del techo, me dí cuenta mucho tiempo después cuando ya era tarde para ir a cambiarlo.
Saludos!
Hola !, mi nombre es Miguel Garigliano, soy argentino, del barrio de Belgrano, Capital, pero vivo en Barcelona, Catalunya desde el 75.
ResponderEliminarRecuerdo con pasión los relatos radiofónicos de las carreras de TC, también fui a ver unas cuantas de joven, tanto al campo como al autódromo, dejo de gustarme cuando irrumpieron los compactos y dejaron de aparecer las cupritas.
Soy ilustrador y director de arte de cine, me especialize en grandes decorados y también maquetas, siempre quise hacer reproducciones de las cuyes, pero nunca podía por falta de tiempo, al ver tu blog, me he vuelto a entusiasmar ya que ahora, medio retirado dispongo de mas tiempo.
Me he puesto en contacto con ediciones ALTAYA, (PLANETA DE AGOSTINI) para intentar comprar los modelos de la colección, espero que me contesten, o que alguno que lea este mail, me indique como hacerlo, muchas gracias , un saludo. mi web es www.miguelgarigliano.me y www.miguelgarigliano.com