Esta vieja foto es el único registro
gráfico que ha quedado del Chevrolet Chevaro, uno de los tantos “fuera de
serie” fabricados en el país durante los vertiginosos primeros años 70s. En aquellos años, una camada de “muscle
cars” de origen estadounidense, pero producidos en el Argentina, salían de
fábrica casi simultáneamente con sus lanzamientos en el País del Norte. Se
trataba de coches de líneas modernas y mecánicas poderosas.
Entre ellos, la que para nosotros era la
segunda generación del Nova, llamado “Chevy” por cuestiones de marketing, era
uno de los más estilizados. El aspecto deportivo y dinámico de la coupé cautivó
a millones. No faltaron los intrépidos que se lanzaron a construir ejemplares
derivados de aquélla, para suplir la falta de alternativas para el nicho de
mercado que demandaba exclusividad.
Así fue que un grupo de emprendedores locales se unieron para dar vida a un proyecto muy ambicioso. El empresario porteño Hernán Radochonski en sus tantos viajes por Estados Unidos había tenido la oportunidad de apreciar las bondades estilísticas y técnicas del nuevo Chevrolet Camaro, y azarosamente creó vínculos con un importante agente oficial GM del país del Norte.
Al regreso de uno de sus viajes decidió contactar a técnicos locales para dar vida a un derivado de la Chevy SS que él había imaginado durante sus largos vuelos. El mix consistía en partir de la base de la plataforma y mecánicas de la Chevy y adicionar autopartes de la primera generación del Camaro (discontinuada por entonces en USA) que Radochonski tendría la oportunidad de conseguir importar a buen precio.
Se contactó con el joven y talentoso diseñador lanusense Mauro Rossi, autor de varios bocetos de carrocerías para la categoría Sport Prototipo y Turismo de Carretera, que por entonces vivían una fantástica explosión de creatividad, con diseños de lo más variados y surtidos. Rossi se había formado con una beca en Italia al lado del prolífico modelista Alesandro Venerando, quien diseñara numerosos prototipos que descollaron en las Mille Miglia. Para la parte mecánica, y sin escatimar esfuerzos económicos, dispuesto a contratar lo mejor en cuanto a excelencia local, Radochonski recurrió al eximio chasista y motorista cordobés Fernando Bustos. A pesar de tener su agenda completa en la preparación de motorizaciones para los mejores nombres de la escena automovilística deportiva local, Bustos accedió a ser parte del proyecto imaginando con conocimiento del paño, que era muy original y sería un éxito seguro.
En su taller del Valle de Punilla, en las afueras de la localidad serrana de Icho Cruz, destinó una parte de sus imponentes instalaciones cubiertas para dar origen al prototipo. Hasta allí llegaron las autopartes de Camaro. Del tablero de dibujo de Rossi, radicado de apuro en Mina Clavero, valle de Traslasierra, para abocarse en exclusiva al proyecto, salieron las soluciones técnicas para el ensamble de las autopartes y la adaptación de las mismas a la plataforma de la Chevy, unos centímetros mas larga que la del Camaro. Virtualmente todo el sector delantero y la cola, incluído un deflector aerodinámico trasero, provenían del Camaro, mientras que la plataforma, el motor, techo, habitáculo, puertas y cristales eran de Chevy.
El diseñador Rossi adaptó acertadamente los guardabarros traseros a la geometría de los del Camaro, más circulares que los de la Chevy, que eran más rectilíneos. El resultado fue muy destacable estéticamente. La Chevy no sólo que no perdía nada de su belleza original sino que sumaba puntos al incorporar el músculo y la agresividad del Camaro. Respecto de éste, algunas modificaciones extras se hicieron en la Fortaleza de Icho Cruz. La parrilla iba ubicada un poco más “hundida” Que en el Camaro 67, por lo cual el coche ganaba en agresividad y deportividad.
Con el proyecto en estado avanzado, faltaba ponerle un nombre al nuevo Chevrolet. Se quiso respetar y continuar la tradición de la marca, utilizando la letra “C” para bautizar el producto, al estilo de Chevy, Caprice, Camaro, Corvair, Chevelle, etc. Queriendo hacer con la nomenclatura la misma síntesis que se hizo en el taller, acordaron en utilizar partes de los nombres de ambos modelos (Chevy y Camaro) al modo de lo que GM do Brasil había hecho al mixturar Opel e Impala para su modelo Opala. De esta manera crearon el acrónimo “Chevaro”.
El Chevaro era un biplaza, ya que en su interior sólo alojaba dos ergonómicas butacas revestidas en cuero. La mecánica partía de la base del seis cilindros Chevrolet 250 cuyos 155 CV originales fueron llevados a 185 por la mano maestra de Bustos. La velocidad máxima alcanzaba los soñados 200 km/h.
El prototipo estuvo listo para junio de 1971, y gracias a los importantes contactos que tanto Bustos como Rossi tenían en el mundillo del automovilismo deportivo local, propusieron que la presentación se hiciera en alguna de las fechas del campeonato de ese año de Sport Prototipo. De hecho, el 11 de Julio la cita era en el Oscar Cabalén de Alta Gracia, y allí se presentó el coche con bombos y platillos. Literalmente. Dos músicos de la Banda Municipal de Alta Gracia se hicieron cargo de eso, con un bombo y un par de platillos respectivamente, caminaban delante del Chevaro, que recorría la pista a paso de hombre manejado por el propio Radochonski, con dos bellas promotoras sentadas en el capó.
La gran incógnita era cómo tomarían el público y la prensa la presentación de aquél hito en la historia de los coches fuera de serie argentinos. Respecto del público, se puede decir que el desfile del coche no causó ninguna reacción favorable, por el contrario, un coro de silbidos no tardó en hacerse escuchar desde las gradas. A los gritos de “apuren que queremos ver la carrera” o “vinimos a ver autos de verdad, no esa porquería” y “llévense el cacharro, déjennos a las minas”, los aficionados mostraban su intención de que el paso del Chevaro se hiciera un poco más aceleradamente.
Un tanto desalentados por lo que fue una recepción poco esperada por parte de los asistentes a la carrera, Radochonski, Bustos y Rossi jugaron todas sus fichas a la eventual opinión favorable de los máximos referentes de la prensa motor local. Y si de máximos referentes se trataba, el periodista especializado Eduardo Felizia era la máxima autoridad en la materia. Felizia solicitó el ejemplar para una prueba a fin de publicarla en su prestigiosa revista “Gauchotest”. Al cabo de la misma, y dedicando sólo un par de líneas en la última hoja, su crónica constó sólo de una única y lapidaria palabra: “Hummmmmm….”
Ese fue el tiro de gracia para el proyecto Chevaro. Así como se dice que el éxito suele marear y perder a las personas, sacando lo mejor y lo peor de ellas mismas a relucir, el fracaso no es menos. Las miserias y los reproches de toda laya salieron a la luz, pretendiendo sacarse de encima las responsabilidades propias y la parte que a cada uno correspondía en el fracaso, y tratando de adjudicárselas al otro. Que la aerodinamia no era la apropiada, que la identidad del coche era confusa, que era un híbrido sin personalidad, que el color no fue el más felíz, que los caballos de fuerza se quedaron cortos, que las llantas no debieron ser de chapa, que las franjas deportivas eran elementales y carecían de originalidad, que faltaba confort interior, que no se podía llevar a la suegra atrás, y cosas por el estilo fueron detonantes de las mas variadas y acaloradas discusiones.
Ya en el colmo del paroxismo se recuerda un álgido altercado entre Bustos y Rossi, en el cual el primero trataba de explicar al segundo que Mina Clavero estaba en Treslasierra porque justamente se ubicaba detrás del cordón de las Sierras Grandes cordobesas, y éste replicaba que por el contrario, Icho Cruz era Tras La Sierra porque él estaba del otro lado, y desde su punto de observación la parte de atrás era la que para Bustos era la de adelante. Algún testigo presencial refirió golpes de puño y alguna botella de fernet partida en una cabeza para finalizar aquella discusión.
Total que el proyecto fue desestimado, a Radochonski se le canceló la visa para visitar Estados Unidos y nunca se aclaró dónde fueron a parar varias autopartes de Camaro que irían a ser destinadas a la construcción de al menos 10 Chevaro que era la producción acordada en su primera etapa. En Estados Unidos la Ofic. Federal de Investigaciones alertó a todos los aeropuertos que dieran aviso de una eventual entrada del mismo al país debido a las deudas impagas que había dejado con una agencia oficial GM. Decidido a no intentarlo, Radochonski optó por dedicarse a la gastronomía en Buenos Aires, sin saberse hasta el día de hoy qué hizo con las autopartes de Camaro. Rossi no retomó jamás su trabajo de diseñador de coches y se volvió a Lanús para desempeñarse como Maestro Mayor de Obras. Bustos fue contactado posteriormente en base a su conocimiento y trayectoria por Volkswagen de Argentina para trabajar en su planta cordobesa, donde al día de hoy fabrica cajas de velocidades para exportar a todo el mundo.
Bueno, ahora que estamos terminando esta
pesadillesca historia llega el momento de decir que nada de esto es verdad,
para que luego en los foros no se plantee la recurrente teoría conspirativa y
aparezca alguien que asegure haber visto un Chevaro por ahí. El coche es una
miniatura inédita que realicé partiendo de un viejo Camaro Yat Ming que tenía como
donante de partes, y la Chevy de Espinoza de la colección De Agostini de TC.
Imaginar, luego cortar, limar, pegar, volver a limar, lijar, adaptar interiores
y base, luego pintar y decorar. Y listo. Después, como siempre, lo más
sencillo: inventarle una historia. Los nombres son de fantasía, y si alguno
coincide con los de algún querido colega coleccionista
amigo, es de pura casualidad...
CRUISER
Qué lo parió!!! Más que un emprendimiento automovilístico, eso era una verdadera asociación ilícita de hecho!!
ResponderEliminarY desde ya, que lo mejor de la historia es: " el propio Radochonski, con dos bellas promotoras sentadas en el capó"...ahí si me interesó el proyecto. Las bellas conejitas ahora deben rondar los 75 años, mínimamente....Gran historia!!! Y lo más importante, es que te quedó una linda pieza. Felicitaciones por la inventiva y creatividad.
Se puede inferir a priori que era una asociación ilícita a juzgar por los prontuarios de los involucrados. Estaba pensando que el Cabalén tiene una extensión de algo más de 4 kilómetros, y si lo recorriste manejando ese auto a paso de hombre para no atropellar a los del bombo y el platillo y para que no se te caigan las chicas del capó, le ibas a poner una hora exacta en dar la vuelta, con razón el público perdió la paciencia. O sea, tu buen olfato empresarial no iba de la mano con tu timing como piloto, y éso pudo ser la causa del fracaso de aquella presentación. El botellazo de fernet debió haber ido para vos, sin dudas.
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ResponderEliminarjajaja!! morí de risa a medida que iba leyendo, pero la pelea con la botella de Fernet se lleva las palmas (te pasaste).
ResponderEliminarMuy buena la idea de incluir a amigos y colegas en esta "historia" y concluirla con lo que cada uno desarrolla en la actualidad.
Excelente post, lo pongo en favoritos!
Te había anticipado algo, pero no creo que hubieras sospechado de que se trataba de sacar a luz esta etapa oscura de tu pasado!
EliminarCual etapa oscura de mi pasado ? De que estas hablando Willys ?
EliminarDe tus épocas en las que pertenecías al vertiginoso mundillo del deporte motor, hasta aquella asociación ilícita que desarrolló el Chevaro, empresa que rozó la ilegalidad.
EliminarAhhh ! Yo pensé que hablabas de la etapa en que vendía autitos dentro de cajas de ravioles en los años '90.....(jajaja)
EliminarAhhh ! Yo pensé que hablabas de la etapa en que vendía autitos dentro de cajas de ravioles en los años '90.....(jajaja)
EliminarQuiero creer que la botella de Fernet que le partieron en la cabeza (no queda claro si Rossi a Bustos o viceversa) estaría ya vacía...por otra parte, no descartaría una investigación al se. Felizia, sospecho que el "Hummmmm" se debe , más que nada, a un pago prometido y nunca efectivizado de parte de Radochonsky ...bromas al margen , muy lindo modelo (que bienmpodria haber existido), y una pena la aclaración del final. Me hubiese encantado leer ese debate (el cual no descarto aún, porque la gente no lee hasta el final..)
ResponderEliminarSi, Juan Pablo, por supuesto que estaba vacía, un cordobés puede matar "por" una botella llena, y no "con" una botella llena. Felizia era un conocido mercenario editorial, y se sabía que ponderaba al que le dejaba el cheque. Nadie se salva en esta oscura historia.
EliminarRespecto del debate en los foros, no lo descarto tampoco, ya que en todos estos posts se explica la verdad al final, pero estos tiempos vertiginosos y de escasa lectura hacen que pocos lleguen hasta acá.
Muy bueno, excelente tu excricion.
ResponderEliminarImpresionante relato, los nombres le aportan veracidad, todos excepto ese Felizia que nadie conoce.
ResponderEliminarMe quedé colgado con la discusión que zanjaron con un botellazo en la cabeza, no me gustaría ser el acreedor de la zanja craneal. Es lo de siempre: gente de mala bebida.
El modelo? una delicia con Hummmmmm!
El que ligó el botellazo es cabeza dura!
EliminarFijáte vos que sos muy observador por ser modelista, que le tuve que moldear la línea de cintura en la base de los pilares C, porque los Chevys de TC no la traen, es un solo plano de guardabarro a techo.
otra cosa: me encantó lo de Gaucho Test, haberlo pensado antes, lo hubiera implementado de una!
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ResponderEliminarBueno, si todavía hay tortas por saber el auténtico origen del fernet, no quiero ni imaginar lo que podría haber sucedido por algo que nunca existió.
ResponderEliminarA todo ésto, como siempre esas transformaciones a nivel maestro, aunque sean de un vehículo inédito, le otorgan el doble de méritos.
Saludos.
Recuerdo cuando chip foose hizo una el camino con trompa y cola del cámaro exactamente igual al que modelaste, simplemente una delicia lo que hiciste Diego, desconocía la existencia de esta versión, existirá alguno, como así también los polme, va 3000 o sl del falcon, son la cereza del postre para cualquier coleccionista, extraordinario trabajo Diego!!
ResponderEliminar¡Eximia presentación! ¡Maravillosas llantas de chapa! Gran historia, estupendo prototipo. Eso de acabar a botellazos me recuerda lo parecidos que somos argentinos y españoles. ¡Todos contra todos! Pocos y mal avenidos, en mi país al menos, en el mundo del motor.
ResponderEliminarSaludos.
excelente miniatura, las lineas combinan con suavidad, en ese diseño, que es una buena cruza, de dos bestias de la marca
ResponderEliminarEn cuanto a ala historia genial, ni que hubiese sido escrita por el otro gran poeta, de las miniaturas Don Cabo Reyes
en cuanto a que no properó, como modelo, definitivamente le hubiese sacado, mas caballos, a ese motor, como motorista, inconformista que soy hubiese adoptado un compresor para darle mas bestialidad
y gran falla la del diseñador Rossi, en no poner unas llantas de aleación
gracias por hacerme participe, de esa locura empresarial, como dijo eran otros tiempos, donde podia darme esos lujos ajajajajaja
abrazos
Me mató la foto vintage, bien borrosa, algo ajada del pricipio (por unos nano segundos empecé a creer), legitimando toda la truchada que luego vendría, jaaaaaaa! Juro que estallé.
ResponderEliminarJajajajaja!!! Me alegro que te haya gustado la nota, Héctor! Saludos!
EliminarGran diseño de auto.
ResponderEliminarNo me van a creer pero el año pasado ví uno en venta el tipo explicaba de que trataba el auto (chevaro) estaba impecable, hoy ví uno desmantelado (parecía una Chevy con trompa de Camaro) y ahí recordé al chevaro, parece que varios tuvieron tu idea
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